LAS EMOCIONES EN EL EMBARAZO COMO OPORTUNIDAD DE CRECIMIENTO

El embarazo nos transforma corporalmente, y también nuestros vínculos y nuestras emociones se ven modificados, atravesados por todo lo que implica estar embarazadas.

Suele ser un momento de grandes cambios y de replanteos existenciales. Las relaciones con nuestra familia y amigos se ponen bajo la lupa, ciertas frases o actitudes que antes pasaban desapercibidas, hoy las sentimos de otra manera.

Se dice que el embarazo es una GRAN oportunidad para darle prioridad a lo que realmente creemos importante y dejar ir lo que ya no nos suma. El embarazo nos da la fuerza necesaria para ahondar en nosotras mismas y empezar a construir vínculos más sanos y armónicos. 

¡Depende de nosotras!

Las emociones son SEÑALES que nos muestran por dónde debemos bucear para solucionar el conflicto. El problema es que creemos que las emociones SON el problema, cuando tan solo son la linterna que los alumbra.

Cuando aprendemos a leer nuestras emociones, podemos dar con el problema más rápidamente y agradecerles su función, por más dolorosas que sean.

Es importante en el trabajo de la toma de consciencia ver qué pensamiento o creencia subyace detrás de la emoción: siempre hay primero una idea, a esta idea se le enlaza una emoción, que da lugar a una conducta/reacción. Entender este mecanismo de: Idea-emoción-conducta nos ayudará a entender de dónde surge lo que sentimos y cómo podemos modificarlo.

Nos vamos a detener en la emoción del MIEDO, muy común en las embarazadas.

El miedo señala una desproporción entre algo que siento como amenaza y los recursos que creo que cuento para hacerle frente.

Si entendemos el miedo simplemente como la señal que nos muestra un conflicto, y no el conflicto en sí, se torna ridículo decirnos a nosotras mismas “No tengo que tener miedo” o “tengo que ser valiente”. Un camino más saludable podría ser observar cuál es la situación que vivo como “Amenaza” (miedo al parto, a poder dar la teta, etc etc) y con qué “Recursos” REALES cuento para hacerle frente.

Lo opuesto al miedo no es la valentía, sino la CONFIANZA: en nuestras capacidades, en quienes nos rodean y en nuestros hijos. ¡Es todo un desafío, pero es posible!

Acordate, cuando aparezca un miedo, en vez de ser valiente, ¡charla con él! 

Preguntale qué te quiere mostrar, a qué le temes y pensa cómo podes enfrentarlo. Si te faltan recursos pedi ayuda: siempre habrá alguien en quien CONFIAR.

Te comparto un ejercicio muy sencillo para trabajar la emoción del miedo, siempre que lo necesites.

Sentada o recostada cómodamente, lleva tu atención a tu respiración. Inhalá y exhalá de manera tranquila y consciente, sin forzarla.

Lleva luego tu atención a tus pies, hace pequeños movimientos de rotación para relajarlos y empeza a subir por tu cuerpo relajando rodillas, piernas, caderas, abdomen, pecho, brazos, manos, hombros, cuello y cabeza y toda tensión que vayas registrando en tu cuerpo.

Visualiza un cielo despejado, mira los colores del cielo, su tono azulado, sentí el aire y el calor del sol. Disfrutalo por un ratito.

Ahora imagina que en ese cielo despejado aparece una nube. En esa nube, visualiza algo que te da miedo. Puede ser algún miedo relacionado al embarazo, al parto, a lo que vendrá o cualquier situación que te genere miedo en este momento. 

Observa esa nuble con el miedo y dejala ir. Mira cómo lentamente se va yendo hacia un costado y el cielo vuelve a quedar despejado.

Repetí este ejercicio visualizando en otra nube otro miedo, uno a uno hasta que desaparezcan. Una vez que el cielo este despejado, observalo, sentilo y abrí los ojos.

A disfrutarlo.

Tere Inés 

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